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Selección de poemas de Cuaderno de bitácora y otros olvidos

 


Selección de poemas de

Cuaderno de bitácora y otros olvidos

 

 

DONDE DIGO QUE SOY POBRE

 

I

El papel agujereado donde escribo mis poemas

escasamente sirve para nada o a lo sumo

como una burla contra quienes aún aguardan por las nubes.

 

                         II

Quizás la esfera sea luminosa allá en el infinito.

Yo, a ras de tierra,

contemplo las marismas

y el llanto se me escapa de las manos.

 

                         III

La esperanza detrás de cada puerta rompe los llavines

y las entradas entonces ya no existen.

 

                         IV

Qué golpes dan

los esperpentos

cuán negros van

los atolones.

Las garras de mi edad

ya no conducen

más que a una nueva forma

de sangrar

todas mis sangres.

 

                         V

Hoy vi el pasado

de alguien que alguna vez

no tuvo tanta edad

multiplicada.

Hoy vi la fama destruida

lo vano de creer

que contra el tiempo

existe algún antídoto.

 

                         VI

Tensar la cuerda sobre mí

es mero apunte

acaso una nota sin valor

en la memoria.

Mejor es ver partir

a los viajeros

que escanciar cada gota

de los nudos

con que la cuerda ha roto

el lado sinclinal

de las falacias.

 

                         VII

Descansa huella

tómate cada asalto

como resta.

Descansa

el batallar es oficio

de valientes.

 

                         VIII

Van los otros felices

por su senda

amansando luces

que del azul han volteado

al más amarillo luminoso.

La tierna edad que los convoca

no les ha robado aún

la posibilidad de convertirse en verde.

 

                         IX

Escribo sólo pareceres

no soy historiador ni anacoreta

escribo sólo desde adentro

el afuera me quedará siempre vedado

por las marcas del agua.

 

                         X

El río me arrastró y tras las lluvias

vinieron a acosarme los fantasmas.

Nada tienen que ver con esto

los perros del paraíso.

Soy yo el que se niega

a vadear los pantanos.

 

                         XI

Ya no se habla en la poesía sobre la luna

queda proscrita la palabra soledad

y la esperanza casi es considerada

entre los innobles lugares tan comunes

como inútiles.

Luna, soledad e incluso esperanza

aún no han sido desterradas de los diccionarios.

 

                         XII

Fui entre todos el viento, la bruma, la distancia.

Mordí acíbar sin ser mensajero del Hades.

Aclimaté las bardas a cambio de aspirinas,

busqué entre los abrojos sin hallar una estrella.

Hoy heme aquí varado

con mis piernas en ruinas

aunque el corazón me late

y confieso que te amo.

 

                         XIII

El tiempo y la maldad corren parejos

van de la mano cual dos lebreles en busca de su presa.

El tiempo escancia gotas del acíbar

mezclado con lo dulce de las rosas

entre los que se niegan a aprender de las miserias

que el mundo viaja con los jardines de la nada.

La maldad por el contrario se oculta tras la sombra

refugiándose en cada descuido del que necio

cree conjurar el peligro de las traiciones

con frases extraídas de sus poemas.

El tiempo y la maldad sólo te esperan

detrás de cada estanco que no vives.

 

 

 

 

OLVIDOS DEL POETA

 

I

En esta oportunidad me abstengo de contar

andenes y sonrisas.

Ahora he decidido cortar en tres pedazos

cualquier rayo de luz que me enceguezca.

Hoy  determiné rendirme a la quietud de las marismas.

 

                         II

El cazador aprieta con ternura

el gatillo.

En realidad el cazador

no se duele de sus presas.

 

                         III

Crezco a la sombra de mis árboles

alimento cada mañana

al perro sustituto

del otro que una tarde

fue mordido por el miedo.

Cuido a mi gato sin saber

como se escriben los sonetos.

Tengo ya una larga descendencia

y amo de su bondad

hasta el cansancio.

Soy feliz

si acaso tal palabra existe.

 

                         IV

Nada pedí como no fuese agua y algo de sal contra lo inútil.

No espero más.

Con esto sobra.

 

                         V

Sudo el aire que nutre cada hora

los arpegios atados al gemido

de ciervos y soledades.

He sido cazador.

También he sido ciervo y soledades.

 

                         VI

Dulce me quedan los recuerdos

tendidos al aire

donde se le secan las derrotas.

Dulces los besos de mi amada.

Soy romántico

y no siento vergüenza al confesarlo.

 

                         VII

Caminé orillas anaranjadas

corretee tras algas de humo

perdí bolsillos y memorias

extravié primaveras del ocaso

versos

libros

amores.

Extravié las ganas de seguir inventando palabras.

 

                         VIII

Aprendo la tiranía de los nuevos vocablos

introduzco dos megabaits de adjetivos en mi memoria.

Flasheo cada rincón exacto de mis sílabas.

No soy un sonetista

no puedo escribir más que estos versos.

                        

IX

Discursivo

el discurseante reza ditirambos.

Esteticista

bordea meandros y batallas.

Elogia sin saber

mi negativa a ser su exegeta.

 

                         X

Tropiezo nuevamente con mi lengua castigada.

Tropiezo con esta soledad que llevo a cuestas

por falta de riachuelos en mi mente.

Jamás hago silencio cuando debiera.

 

                         XI

Halcones convertidos en buscadores de oro

me persiguen creyendo que traigo los bolsillos atestados

mientras yo en realidad

marcho detrás de ellos.

 

                         XII

No escribo de otros temas

como no sean mis pensamientos.

No viajo a sitios diferentes

como no sea a las marismas del olvido.

 

                         XIII

Subiré a un barco de vapor

a un gran velero

iré tras los carruajes

de siglos imaginarios.

Confieso ser un loco

un loco desconocedor de la locura.

 

XIV

Afirmo que la tristeza no puede contra mi sed de rimas.

Declaro que las anclas detienen mis deseos de futuro.

No existo.

Soy el que nació un día imaginario.

 

                         XV

Prefiero la sombra a los aplausos.

Siento paz si me convierto en humo, aire, imagen sin espejo.

Soy feliz sin nombre alguno.

Prefiero que olviden el rostro con que me identifico.

Renuncio a las renuncias.

 

                         XVI

Turbado voy en busca de la paz que me admite en su guerra.

Entretanto la sangre se me convierte en hebras de flores

acusadas de obscenas por falsos jardineros.

 

                         XVII

Me robaron la brevedad del paso las rodajas

el brazo con que he encontrado a los amigos.

El ladrón no respeta mis abismos

ni el desvelo diurno que he sufrido

a la espera de sus pasos.

 

                         XVIII

No puedo resistir la parquedad del ofensor

ni la mentira atroz del que me derrota

luego de haberme encerrado en sus olvidos.

 

                         XIX

Hoy descubrí las veredas que extravían mi memoria.

Hiatos, sinalefas y hasta errores

resultan para mí los únicos caminos.

 

                         XX

No puedo confesar silencios ni distrofias.

Me olvidan y yo olvido esos olvidos.

Existir para mí es lógica inexistencia.

 

                         XXI

Vergüenza siento de ajenas confesiones

repulsivas

falacias capaces de arrancar aplausos

en un público acostumbrado a las mentiras.

 

                         XXII

¿Me atreveré a no continuar aplaudiendo falsedades?

¿Cómo saldré a tomar el sol si él fuese yo mismo?

 

                         XXIII

El verso no es canción

se niega a ser espira

y hasta espora.

El verso no desea visitarme

por culpa de mis fiebres

y otras maldades.

El verso nunca estuvo

ni cuando estaba libre

de fiebres y otras maldades.

 

                         XXIV

Los bultos que dejé a cada paso.

La sangre que manó de cada ofensa.

Otras mordidas ya fueron extirpadas.

 

XXV

Me niego a disparar contra ti rubores.

Tampoco si pudiera odiar me permitiría

tal falacia.

Soy imperfecto

aunque estoy aprendiendo

a colocar de costado mis mejillas.

 

                         XXVI

Preso de mí

mis ilusiones

los otros sueños.

Preso de la otredad

irrespeto estas rejas.

Recojo distancias caminadas

y me detengo.

En realidad

los versos me libertan.

 

                         XXVII

Ritual zootécnico

trampa con que pervivir los astros.

Fundamental trazo las lluvias

y decanto las horas que he extraviado.

 

                         XXVIII

Por acontecer latitud y magia

reincido en la bondad

a pesar del veneno que me inyectan falsas alondras.

Perdí lo más preciado

mi niñez.

 

                         XXIX

Fugado estoy de ausente

fugado del jardín

donde ahora me condenan.

 

                         XXX

Jugué de niño al rumbo torcido de la historia

y al pie cortado en el espacio.

Ahora no juego más que a ser poeta

luego de haber renunciado a los relojes.

 

                         XXXI

Lo tropológico calma cada desespero

y lo ignorado que soy por ese mago

que es el tiempo.

Estos poemas sólo preservan mis paredes.

 

                         XXXII

Ojalá margarita fuese sólo el nombre de una flor.

Quizás las margaritas en realidad se beban

en algunos bares de alta alcurnia.

Mi Margarita en cambio

zurce cada atrofia de mis llantos.

 

                         XXXIII

Demuestro la inocencia que he vivido.

Aprendí que los culpables

somos los que trajimos

espejos y teoremas.

 

                         XXXIV

No intentaré jamás condenar a los que sufren mi falta de lugar

en los recuerdos

de quienes distribuyen las quimeras.

 

                         XXXV

La vileza del sordo

del hambriento

del paso de las horas.

Me siento culpable por haberme convertido

en otra ficción como abundan en las calles.

 

 

 

DÉCIMA RÍTMICA Y FINAL

 

No puedo decir sinsonte

porque es un lugar común

no puedo hablar del atún

porque el hambre se me rompe;

no me permiten el monte,

la maldad ni la catrina:

me está prohibida la harina

por ser alimento bajo

pero me rebelo y sajo

la décima en la letrina.