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ALGO DE LA LITERATURA UNIVERSAL: Adán Buenosayres

La novela Adán Buenosayres describe las peripecias de este personaje en el lapso comprendido entre un jueves Santo y un domingo de resurrección transcurridos desde el 27 hasta el 29 de abril de un año indeterminado en la década de 1920. 

El argumento se refiere al proceso interior del personaje cuando, deambulando por las calles de Villa Crespo se encuentra con la Iglesia de San Bernardo y con el Cristo de la Mano Rota, eje del mundo que remueve sus cimientos interiores y lo impulsa a buscar lo que él considera el Absoluto.

Adán Buenosayres de las mejores novelas de la literatura argentina. Fue publicada el 30 de agosto de 1948, aunque los primeros capítulos datan del segundo viaje a Europa de  su autor Leopoldo Marechal: fines de 1929 a inicios 1931. No obstante, el escritor señala que la comenzó en 1930.

La novela Adán Buenosayres tuvo que esperar hasta 1965, fecha en la cual el autor publicó su segunda novela El banquete de Severo Arcángelo para ver una segunda edición, esta vez de bolsillo. El éxito de El banquete de Severo Arcángelo sacó del silencio editorial a Adán Buenosayres, a lo que había sido condenada luego del derrocamiento del gobierno de Perón, para quien Marechal trabajó y a cuyo lado militó abiertamente.

Leopoldo Marechal es considerado un destacado escritor entre varios unidos literariamente alrededor de lo que fue conocido como el Grupo Florida, denominado así porque la revista en la que publicaban se ubicaba en las cercanías de dicha calle de Buenos Aires. Este grupo estuvo compuesto además por Victoria Ocampo y Oliverio Girondo, entre otros destacados escritores argentinos.

 

 

Aclaración constante:

En esta sección o categoría, tendrán una reseña promocional de libros pertenecientes a la literatura universal, escritos y publicados en diferentes épocas.

Dispondrán además de las vías para obtenerlos gratuitamente en formato electrónico de texto y (o) como audiolibros.

 

 

NOTAS SOBRE Adán Buenosayres

1 El relato contiene muchos detalles autobiográficos, por lo que al protagonista lo acompañan en algunas de sus aventuras amigos y compañeros del grupo martinfierrista de los años 20 que lo fueron de Marechal, aunque con nombres en clave. Por ejemplo, Pereda es Jorge Luis Borges; Samuel Tesler es Jacobo Fijman; Schultze es Xul Solar y el petiso Bernini es Raúl Scalabrini Ortiz.

2 La obra va del humor a la epopeya y de la tragedia al sainete, con un lenguaje por momentos deslumbrante.

3 La última parte de la novela titulada Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia, es una parodia del Infierno de La Divina Comedia de Dante Alighieri.

4 Marechal publicó Claves de Adán Buenosayres, texto en el que advierte que su objetivo primordial fue el de confeccionar una novela contemporánea según las leyes de la epopeya clásica, sobre la que el autor poseía gran dominio. 

 

 

5 Al ser publicada la primera edición de la novela, fue ignorada por el grupo de escritores martinfierristas al que perteneció Marechal. De manera tajante, resultó rechazada por Eduardo González Lanuza, quien señaló que se trataba de un desperdicio de papel en épocas de escasez; Enrique Anderson Imbert dijo de ella que era un “…bodrio con fealdades y aun obscenidades que no se justificarían de ninguna manera aunque el autor se parapetase detrás del nombre de Joyce”.

6 La labor de rescate crítico de la novela comenzó a partir de la re-lectura que efectúa el grupo reunido en la Revista Contorno, dirigida por David Viñas. Noé Jitrik, sin embargo, la consideró una novela malograda en aspectos cruciales, y excesiva en la profusión de los elementos católicos y nacionalistas que desarrolla.

7 Mónica Montes Betancourt considera que «Adán Buenoayres ofrece un (…) modelo geométrico inscrito en coordenadas que ordenan la experiencia en función de puntos cardinales y de proyecciones en el espacio hacia arriba / abajo, adentro / afuera, plenas de contenido simbólico». Y expresa además que: «La experiencia de la calle en Buenos Aires, con sus viajes de dispersión y concentración, potencia la búsqueda de un centro existencial que coincide en la novela con el Cristo de la Mano Rota, en la Iglesia de San Bernardo».

8 Por su parte, Sabrina Soledad Gil opina: «La lectura de Adán Buenosayres (…) como una novela en clave (…) recrea el campo literario porteño de los ’20 invita a un juego casi detectivesco de desciframiento de pistas para identificar personajes y situaciones».

 

 

9 Julio Cortázar fue uno de los pocos críticos de la época en elaborar una crítica más justa al analizar la obra basándose en los procedimientos literarios del género novela. Cortázar calificó la aparición de Adán Buenosayres  como «…un acontecimiento extraordinario en las letras argentinas», a pesar de señalar en su contra el carácter desordenado de la estructura.

10 La  multiplicidad de opiniones tanto negativas como positivas sobre Adán Buenosayres constituye un indicador acerca de  la complejidad que posee la obra narrativa de Leopoldo Marechal.

 

 

NOTAS SOBRE Leopoldo Marechal

1 Leopoldo Marechal, nacido el 11 de junio de 1900, fue un escritor que cultivó lo poético y no rehuyó la complejidad. También supo combinar lo épico, lo biográfico y lo mítico. Escribió novelas, ensayos, crítica literaria, teatro y algunos cuentos, todas sus obras están concebidas bajo el influjo de la poesía.

2 En sus inicios como escritor, perteneció al grupo de los que publicaban en la revista Martín Fierro, junto a otros como Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Jacobo Fijman y Macedonio Fernández. Como joven cansado de la historia, derivó hacia las ficciones bajo la creencia de que la palabra es la manifestación de la belleza.

3 Durante los primeros años en el oficio literario, escribió  sus primeros poemarios: Los aguiluchos, Días como flechas, Laberinto de amor y Sonetos a Sophia.  Con Adán Buenosayres, novela inquietante en su profundidad, Marechal pareció  haberlo dicho todo como autor. Sin embargo, luego escribió las piezas teatrales Antígona Vélez, Las tres caras de Venus, Don Juan y otras aún inéditas. También las novelas El banquete de Severo Arcángelo y Megafón, o la guerra, esta última su obra literaria póstuma.

 

 

4 Escritor precoz, a los doce años había escrito sus primeros poemas. A los trece años ingresó a una fábrica como obrero, donde dio muestras de sus ideales políticos al impulsar a sus compañeros a que exigieran mejores salarios y condiciones adecuadas para el trabajo; debido a ello, los jefes de la fábrica lo despidieron por ser el responsable de una revuelta laboral.

 

 

5 En 1926 viajó por primera vez a Europa, donde hizo amistad con importantes intelectuales y pintores de la época, como Picasso, Héctor Basaldúa y Antonio Berni. En 1929, nuevamente en París, se estableció en Montparnasse y frecuentó a Aquiles Badi, Alfredo Bigatti, Horacio Butler, Juan del Prete, Raquel Forner, Víctor Pissarro y al escultor José Fioravanti.

6 En 1941 obtuvo el Primer Premio Nacional de Poesía, por sus libros de poesía Sonetos a Sophia y El centauro, ambos de 1940. En ese mismo año editó el libro de texto Historia Argentina, de Carlos Emilio Cánepa, adaptándolo a los nuevos programas de educación. Tras la asunción de Juan Domingo Perón como presidente en 1946, Marechal, por ser partidario de los ideales del peronismo, ocupó la dirección General de Cultura y luego la de Enseñanza Artística, en la que permaneció hasta el golpe de Estado de 1955.

7 En febrero y marzo de 1967 estuvo en Cuba como jurado en el concurso literario de la Casa de las Américas.

8 Falleció el 26 de junio de 1970 en su ciudad natal, Buenos Aires.

 

 

9 Su tercera novela, Megafón o la guerra (1970), no alcanzó la riqueza de las anteriores, pero es una síntesis en cierto sentido testamentaria, de las inquietudes políticas y metafísicas del autor, ligadas a su experiencia peronista.

 

BREVES FRAGMENTOS DE LA NOVELA

(Todos los fragmentos han sido tomados de la edición digital en formato pdf realizada en el año 2000 por epublibre).

Fragmento 1:

En cierta mañana de octubre de 1920, casi a mediodía, seis hombres nos internábamos en el Cementerio del Oeste, llevando a pulso un ataúd de modesta factura (cuatro tablitas frágiles) cuya levedad era tanta, que nos parecía llevar en su interior, no la vencida carne de un hombre muerto, sino la materia sutil de un poema concluido (…) (PRÓLOGO INDISPENSABLE)

Fragmento 2:

El pañuelito blanco

que te ofrecí

bordado con mi pelo…

Templada y riente (como lo son las del otoño en la muy graciosa ciudad de Buenos Aires) resplandecía la mañana de aquel veintiocho de abril: las diez acababan de sonar en los relojes, y a esa hora, despierta y gesticulante bajo el sol mañanero, la Gran Capital del Sur era una mazorca de hombres que se disputaban a gritos la posesión del día y de la tierra. Lector agreste, si te adornara la virtud del pájaro y si desde tus alturas hubieses tendido una mirada gorrionesca sobre la ciudad, bien sé yo que tu pecho se habría dilatado según la mecánica del orgullo, ante la visión que a tus ojos de porteño leal se hubiera ofrecido en aquel instante (…) (LIBRO PRIMERO, I)

Fragmento 3:

Con una espléndida manotada en los registros bajos Ethel Amundsen dio fin a la rapsodia: se tambaleó el piano vertical, oscilaron y cayeron los dos pastores de terracota que yacían sobre la tapa del instrumento; y el bergantín anclado entre los dos pastores cabeceó de súbito, como si acabase de soltar amarras. Aplausos calurosos resonaron en el salón, y subieron de punto cuando Ethel Amundsen, dando una media vuelta en el taburete giratorio, se puso de pie y caminó hacia el diván celeste meneando sus firmes caderas de guitarra. El señor Johansen lanzó entonces un ¡bravo! sonoro, y hasta el capitán Amundsen pareció sonreír desde su retrato al bromuro que colgaba en la pared.

—¡Una gran mujercita! —ponderó la esferoidal señora de Johansen, volviendo sus ojos crasos a la señora de Amundsen que fumaba plácidamente.

Sonriendo ya entre sus pecas amarillas, la señora de Amundsen consideró en silencio el grupo que formaban Ethel y Ruty Johansen, tendidas ambas en un extremo del diván celeste, bajo las miradas intelectuales del astrólogo Schultze y el ingeniero Valdez. (…) (LIBRO SEGUNDO, II)

Fragmento 4:

AQUÍ YACE JUAN ROBLES,

PISADOR DE BARRO…

Adán Buenosayres, el astrólogo Schultze y Samuel Tesler permanecían aún en la cámara mortuoria: estaban cavilosos los tres y graves a fuer de hombres que habían sondeado el antiguo misterio de la muerte; y así contemplaban los restos mortales del que fue Juan Robles (un criollazo de mi flor, si los hubo), el cual, según decían los vecinos, había clavado las guampas a los cincuenta y nueve años de una existencia tan alegre como laboriosa, que se le fue de pulpería en pulpería, de siesta en siesta, o en los hornos de ladrillos, pisando barro con sus famosas yeguas oscuras. Y es verdad que Juan Robles tenía en aquel instante un aire bien ceremonioso, enfundado como estaba en su traje de casamiento y extendido cuan largo era en su negro ataúd con manijas de bronce.

Seis candeleras erguían en torno del ataúd sus velas chorreantes, en cuyas puntas la lumbre se achicaba poco a poco alrededor de los pabilos carbonizados. En la cabecera de Juan Robles, a la luz exigua de los candeleros, veíase un crucifijo de metal cuyo torso arqueado proyectaba en el muro del fondo su terrible sombra. (…) (LIBRO TERCERO, II)

Fragmento 5:

—¿Y? —le preguntó Samuel al verlo llegar.

Adán Buenosayres, resollando todavía, fue hasta el cordón de la vereda, escudriñó el fondo secreto de la calle, aguzó el oído y escuchó largamente: la calle Canning permanecía desierta, y en su ámbito ningún rumor alteraba el silencio nocturno.

—Nadie —respondió—. Ni un alma.

—¿Y los otros? —volvió a interrogarle Samuel.

—Desaparecidos.

Al oír tan ingrata nueva el filósofo empezó a declamar con voz estentórea:

¿Dónde están mis compañeros del Cerrito y Ayacucho?…

Pero Adán le cortó la estrofa, y sacudiéndolo por los hombros:

—¡A. no escandalizar el barrio! —le dijo—. Volvemos a la calle Monte Egmont.

—¡Hum! —gruñó Samuel con escepticismo—. ¿Qué hora será?

—Las cuatro de la mañana.

El filósofo trató de incorporarse. Y lográndolo al fin con bastante penuria, ensayó dos o tres pasos inseguros al cabo de los cuales trastabilló peligrosamente y hubo de aferrarse a una reja para no caer. (LIBRO CUARTO, III)

 

 

Fragmento 6:

Pero la mujer se abroquela en un silencio humilde y sostenido como el de los vegetales: está de pie, con sus brazos que se le comban alrededor del vientre y sus ojos rendidos a la magia de los botines hipnóticos. Ciertamente, su entendimiento boya intacto en la superficie de aquel discurso que no ha entendido ni entendería nunca.

—No llorará —susurra entonces el puntano Quiroga en el grupo de maestros que integra con Adán Buenosayres, el gordo Henríquez y Di Fiore, junto al ventanal de la Dirección, a través de cuyos cristales es dado ver un cielo gris y preñado de lluvia.

El gordo Henríquez, embalsamador de pájaros, clava en la Madre sus fríos ojos de Anubis.

—Dura como una roca —dice al fin, volviendo a considerar una golondrina muerta que yace en el hueco de su mano.

—¡Más le valiera llorar a tiempo! —refunfuña entre dientes Adán Buenosayres—. La pobre se ahorraría lo que falta del maldito discurso, dándole a Pestalozzi una satisfacción de primer grado. El segundo grado se alcanzará no bien el chico llore viendo llorar a la madre. (…) (LIBRO QUINTO, II)

Fragmento 7:

I. Mi vida, en sus diez primeros años, nada ofrece que merezca el honor de la pluma o el ejercicio de la memoria. Es aquella una edad en que el alma, semejante a una copa vacía, se hunde hasta el fondo en el río cambiante de la realidad (que tal nombre damos en un principio al color mentiroso de la tierra), y espiga, recoge y devora la creación visible, como si sólo para esa cosecha bárbara del mundo hubiese nacido. Entonces el niño, la piedra, el árbol y el buey giran enlazados en el baile primero, sin distinciones de color ni choques de fronteras. (…)

II. Con más dulzura que tristeza evoco la imagen de aquella criatura que, con un pie todavía en la infancia y puesto ya su cuidado en los telares de la meditación, se preguntaba cuál sería su círculo entre círculos y su danza entre danzas. Mi universo infantil era la llanura de Maipú, abierta de horizonte a horizonte, y la casa erigida en terrenos bajos que favorecían la presencia del agua y el afincamiento de un mundo volátil cuyo millón de alas negras, blancas y rosas herían el aire y escandalizaban la luz por cualquier motivo, ya fuera la irrupción de un jinete que se abría paso en los juncales, ya las evoluciones de algún nutriera que sumaba sus trampas en el cañadón. (…)

III. Las anécdotas de uso corriente no abundarán en este Cuaderno, ya que, al escribirlo, no me propuse trazar la historia de un hombre, sino la de su alma. (…)

IV. A parar de aquel tiempo mi alma vivió en un estado crepuscular que tanto podía ser el anuncio de una noche como el principio de una mañana. (…)

V. Así vivió mi alma no sé cuánto tiempo aún, realizando en el sueño lo que le negaba la vigilia. Y no sabía ya si esperaba o desesperaba, cuando amaneció para ella un día sobradamente hermoso y abierto a todas las revelaciones. (…)

(…)

IX. El día siguiente y los dos o tres que le sucedieron han dejado en mi memoria un recuerdo vivo, sólo comparable al del gozoso despertar que sigue tras un sueño de espanto. Describí ya, en otra parte de mi Cuaderno, la desolación a que había llegado mi alma y el vuelo estéril de mi inteligencia sobre su propia ruina. (…) (LIBRO SEXTO (EL CUADERNO DE TAPAS AZULES)

Fragmento 8:

Lector amigo, si yo necesitara justificar la sueñera que se apoderó de mi en el cuarto infierno de Schultze, te recordaría cien ilustres antecedentes registrados en otras tantas excursiones infernales. Alighieri, con ser quien era, durmió no poco en la suya; y si el carácter metafísico de su viaje nos permite asignar un valor simbólico a las siestas de aquel bardo, podemos decir que Alighieri durmió en el lugar y hora debidos. Menos afortunado, realicé yo un descenso infernal sin proyecciones teológicas; y no dormí cuando hacerlo debía, sino cuando humanamente pude. ¡Bien dichoso eres tú, lector, que, sin obligaciones metafísicas ni otro cuidado alguno, puedes hacer tu siesta en cualquier página de mi verídica historia! (LIBRO SÉPTIMO (VIAJE A LA OSCURA CIUDAD DE CACODELPHIA, IX)

 

AUDIOLIBRO: ADÁN BUENOSAYRES, POR LEOPOLDO MARECHAL (Entrega 01)

https://www.youtube.com/watch?v=uN4PvCG5DOM

 

AUDIOLIBRO: ADÁN BUENOSAYRES, POR L. MARECHAL (Entrega 02)

https://www.youtube.com/watch?v=f_yTYPptFjQ

 

AUDIOLIBRO: ADÁN BUENOSAYRES, POR L. MARECHAL (Entrega 09)

https://www.youtube.com/watch?v=5BHuw60qq-Y

 

Podcast de Pablo Alberto Martín

Lectura de Adán Buenosayres– Prólogo indispensable

https://www.ivoox.com/lectura-adan-buenosayres-prologo-indispensable-audios-mp3_rf_4080441_1.html

 

Adán Buenos Aires

https://www.ivoox.com/adan-buenos-aires-audios-mp3_rf_9221635_1.html

 

Leopoldo Marechal – Adán Buenosayres, en varios formatos

Adán Buenosayres en formato pdf

https://www.academia.edu/34549172/Ad%C3%A1n_Buenosayres

 

Adán Buenosayres – Leopoldo Marechal: en formatos Epub, Mobi y pdf

https://www.libronube.com/descargar-adan-buenosayres-leopoldo-marechal/1122/

 

 

Biografía de LEOPOLDO MARECHAL

https://www.libreriahernandez.com/autores/fichaAutor?authorId=64507

 

Biografía de Leopoldo Marechal en Wikipedia – La enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Leopoldo_Marechal

 

Anexo: Bibliografía de Leopoldo Marechal en Wikipedia – La

enciclopedia libre

https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Bibliograf%C3%ADa_de_Leopoldo_Marechal

 

Biografías y Vida – LA ENCICLOPEDIA BIOGRAFICA EN LINEA  

Leopoldo Marechal

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/marechal.htm

 

Reseña sobre Leopoldo Marechal en la enciclopedia cubana Ecured

https://www.ecured.cu/Leopoldo_Marechal

 

Adán Buenosayres en Wikipedia – La enciclopedia libre

Lectura en clave pan-astrológica del Adán Buenosayres: Leopoldo

Marechal, Xul Solar y la Vanguardia martinfierrista; por Julia Cisneros,

Academia.edu

https://www.academia.edu/34100725/Lectura_en_clave_pan_astrol%C3%B3gica_del_Ad%C3%A1n_Buenosayres_Leopoldo_Marechal_Xul_Solar_y_la_Vanguardia_martinfierrista

 

Al cielo y al suelo: Dualidad de Schultze y Del Solar en Adán Buenosayres, por Sabrina Soledad Gil

https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/174434

 

Adán Buenosayres, historia de la novela que marcó un antes y un después en la literatura argentina; por Patricio Zunini

https://www.infobae.com/cultura/2018/07/28/adan-buenosayres-historia-de-la-novela-que-marco-un-antes-y-un-despues-en-la-literatura-argentina/

 

Recepción controvertida del Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal; por  Ana Davis González, Universidad de Sevilla

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7585675

 

 

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