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PALABRAS CLAVE DEL ARTÍCULO: Las nubes de algodón, Libros Café Criollo, Creerse parte del mundo, Grande de las letras cubanas, La mejor novela.
En épocas pasadas solía sucederme
como a mis personajes de mi novela Las nubes de algodón (pronto podrán
disfrutarla: será colocada de manera gratuita durante un mes por Libros Café
Criollo): me desesperaba por leer en público, fuese ante mis amigos del Taller
Literario o para que me escuchase cualquier canchón
de la chompa (ver significado del término seudo-neologista mío en Las
nubes…) llegado a nuestra ciudad con sus teorías literarias y extraliterarias
que me dejaban anonadado, como si fuese un personaje de Las nubes….
Ahora ya no me desespero por leer a nadie mis escritos. Desde que comprendí que la mayor parte de las veces las lecturas en público no lo son para alguien o a lo sumo, suelen ser escuchadas por el aire. Casi todos conversan de sus temas, de sus obsesiones, de la nostalgia por no haber visto a algunos amigos desde hace meses, puesto que la pandemia y otros Enemigos todo lo justifican: desde un café aguado hasta una libra de Parsifalia.
Entonces, como por el tiempo que me asignaron en la Jornada Literaria Guillermo Vidal de este año 2024 se limitaba a un solo cuento y para eso breve, yo que llevaba tres de mi libro Creerse parte del mundo grabados con voces electrónicas, me dije: “Quizás si en realidad mis blogs literarios y mi canal de Youtube tienen algún lector, ese algún lector decida disfrutarlos”.
Comienzo por el inicio de la presentación que hace la editora de narrativa de Libros Café Criollo del libro en su conjunto. Dice Susan Lous Avendaños:
“Me
resulta grato presentarles el libro de relatos CREERSE PARTE DEL MUNDO, del
escritor cubano Andrés Casanova, libro que desde su pórtico ya nos anuncia su
filiación inmersa muy dentro de lo que llamamos "la verdad
literaria".
Para
expresarlo, el autor comienza su libro con la siguiente cita:
“La única característica que se le exige a la literatura de ficción es que sea totalmente una ficción” (FIN DE LA CITA), recogida en la novela del español Max Aub, quien a su vez la atribuye a…"
Escuche la presentación completa como video haciendo clic AQUÍ.
Y AQUÍ en formato de audio solamente en
mi almacén de Audiolibros
También les brindo la posibilidad de leer la descripción sinóptica de cada cuento según la editora de narrativa de Libros Café Criollo y además, escuchar cada cuento completo haciendo CLIC encima de su texto descriptivo, por medio del cual irá a mi canal de Youtube.
EL EMIGRANTE: describe el dolor de quien se ve obligado a partir de su tierra para siempre.
Y AQUÍ en formato de audio solamente en mi almacén de Audiolibros
EL MAGO: constituye una parábola sobre el ansia de poder.
Y AQUÍ en formato de audio solamente en mi almacén de Audiolibros
ÉRASE UNA VEZ UN REY: tras la apariencia de un cuento infantil, se esconde una caricatura sobre las dictaduras.
Y AQUÍ en formato de audio solamente en mi almacén de Audiolibros
ACERCA DE LA JORNADA DE NARRATIVA
Converso ahora acerca de la Jornada de Narrativa
dedicada a la memoria de Guillermo Vidal, ese grande de las letras cubanas que caminó
de manera cotidiana por las calles de Las Tunas, que tuvo amigos entrañables
entre estas fronteras y más allá de ellas y sobre quien yo conservo, por
encargo expreso de Ramiro Duarte días antes de la muerte de este escritor, un
testimonio titulado Guillermo Vidal ante la premura del genio, manuscrito valiente
y atrevido de Ramiro sobre Guillermo que quizás ofenda a algunos mojigatos y a
unos cuantos chúfaros de las aguas si
llegara a publicarse, publicación de lo que tengo serias dudas, pues desde hace
varios años vengo ofreciéndolo a diversas editoriales donde debería ver la luz,
y al parecer mis cartas y correos electrónicos no llegan a las redacciones. De
editoriales cercanas no hablo: sé que la
distancia es el olvido, como dice una antigua canción.
Me hubiese gustado (de haberme acompañado la salud de otra época, aquella contemporánea con mi novela Las nubes de algodón) haber disfrutado de todas las actividades programadas, concebidas a no dudarlo para que quienes sufrimos la pandemia de la crisis económica y alimentaria de la Cuba de hoy (no miento: sólo cuento, como dijera Max Aub, la sufrimos solamente los cubanos de a pie y descalzos) al menos nos entretuviésemos con jornadas de buenas lecturas, textos que estoy convencido en gran medida dicen lo que deben decir personajes equivalentes a personas y espacios fabulares en correlato con espacios reales.
La parte de la asamblea de la Filial de escritores fue algo muy íntimo, destinada a la membresía. Quizás un tanto pacata y otro tanto muy atrevida, no fue en esta ocasión tan íntima en realidad, tocada con ese gran eslán de los pre-congresos donde la psicología de los personajes de las diferentes novelas que bullen en las mentes de los novelistas, historiadores, cuentistas y poetas de desplazan a disímiles velocidades: unos desean ir al Simposio Mundial de Literatura de la Casa de Contratación de Sevilla, otros ya van de retorno en el Tren Fantasmas acompañando al viejito Manuel Godoy (caramba, otra vez me deslumbra y se me sale de cauce el narrador de Las nubes de algodón).
En fin, si pasamos al espacio fabular donde las ideas son imaginarias y los personajes de papel, volver a escuchar a narradores que han transitado conmigo una eternidad, los de la generación intermedia y los más jóvenes que ya forman parte de la literatura cubana, me hubiese dado aliento para continuar algunos proyectos de novelas bastante adelantados que se me quedarán arrumbados en mi taller de fabricar historias. No cito nombre alguno para evitar disgustos ajenos y malestares míos: ahí pueden leerlos todos en las imágenes de las páginas 2 y 3 del programa que les comparto.
Donde sí quisiera detenerme es en el sábado 10 a las 10, ahí donde puede leerse “Cómo escribir la mejor novela y no morir en el intento”. Y si mi detengo en este punto del camino de la jornada es porque desde hace unos cuantos años los programadores de actividades literarias de la ciudad donde vivo (no mía en realidad, pues nací en un pueblito cercano que apenas me conoce; otras ciudades del país desconocen mi existencia: no soy más que un insiliado literario en mi propio país) no me dan tribuna en los espacios llamados de reflexión por algunos, de pensamiento por otros y de crítica literaria por los más moderados definidores.
Y si yo hubiese estado en la mesa
del diálogo quizás hubiera expuesto mis pareceres sobre el tema que también
quizás hubiesen sido rebatidos. Pero creo que nadie escribe la mejor novela ni
nadie muere en el intento, para empezar por
la punta del cuchillo, como dice mi personaje Cundo Núñez mientras arregla
la motocicleta de Jorge, equipo motorizado a quienes todos apodan en el taller
(el de la fábrica y el literario) La Señorita ahí en Las nubes de algodón.
Nadie escribe la mejor novela porque novelar es tramar, urdir una trama, no contar una historia. Y las tramas poseen varias aristas que a veces no son tan equidistantes como pensamos. Pues precisamente las tramas son urdidas en la mente, el pensamiento del autor, aunque jamás llegue a escribir una sola palabra. Hay quienes sin ser novelistas viven dentro de un mundo fabular o lo que es lo mismo, en una nube de algodón, en una burbuja mundial donde no entran ni los mosquitos.
La mejor novela jamás será
escrita puesto que para ello deberían existir en el mundo real unas ciertas
condiciones de TPN (como se dice transversalmente en Termodinámica) y tales
condiciones jamás existirán. Es demasiado imperfecto el ser humano para crear
algo perfecto.
Sobre el morir en el intento,
como todo tiene su tiempo, nadie
muere antes de tiempo, según el decir de mi personaje Lenia Ortiz mientras
disfruta del viaje en el Tren Fantasma acompañada de Cundito, el hijo de Cundo
Núñez. Y por no escribir o escribir una novela nadie obtiene pan o agua, sino
simplemente la satisfacción de decir: “La escribí”. Luego viene lo peor: lograr
que se la publiquen y eso hasta en El país de las sombras largas sí
puede conducir a morir en el intento,
sobre todo si el novelista es de los lectores que piensa que un novelista se
convierte en millonario si lograse escribir la
mejor novela del mundo.
Por tanto, llegamos a un círculo
vicioso y al final, concluyo que yo no hubiese intervenido para nada el día 10 a las 10, por lo que lo
mejor que me sucedió fue que mi estado de salud me hubiese impedido salir a la
calle en aquellos momentos.
Asumo entonces para mi
tranquilidad y la de quien elaboró el programa, que el título del momento de
pensar no fue más que una broma, algo pasajero, un pretexto para reunirnos un
grupo de escritores conocidos y desconocidos, que también de escritores menores
como yo se nutre la literatura.
Finalmente, confieso que a la Gala de Premiación no hubiese
asistido ni aunque anduviese por los 20 años. No concurso en ningún certamen
literario. Jamás he ganado un premio importante. Nunca un jurado me ha dicho:
“Leí tu libro Mascual y me gustó,
pero le di el premio al Tal porque
era mejor”. Ni siquiera este consuelo. Lo que sí me ha sucedido es haber
enviado libros impresos marcados en algunas hojas específicas por el método de
Clauss-Oberton y al recoger los ejemplares (cuando se concursaba con libros
impresos y devolvían los no premiados) detectar que algunos no habían sido
abiertos ni hasta la página 10. Desde entonces, me retiré de ser jurado (porque
crea enemigos) y de ser concursante (porque eleva la presión arterial).
Y hasta aquí mi Crónica
subjetivísima, que es como decir unas falsas, maliciosas y escandalosas reflexiones de un escritor menor entre los menores
tenido por la crítica literaria como el inexistente (1).
Ah, me enteré
por la prensa luego de haber terminado este artículo y no acostumbro a
autocensurarme, aunque sí a realizar aclaraciones. El ganador de este año fue
nada menos que Lázaro Alfonso Díaz Calá. De este autor leí y conservo en mi
biblioteca dos libros que me envió en el 2019: Soñar o vivir (novela, Editorial
José Martí, 2016) y Doble nueve (cuentos, Ediciones Loynaz, 2018). Le agradezco
que haya sido de los pocos cubanos que ha recogido cuentos de mi autoría en
varias compilaciones realizadas por él. De haber sabido que sería el ganador
del premio sí hubiese asistido en horas de la tarde del sábado 10 de febrero a la Gala de Premiación, a pesar
de mis espejuelos oscuros.
Casi lo olvidaba: nada de lo dicho me apena ni me quita el sueño: Dios, que es más importante que cualquier jurado literario, me ha conferido un Premio mucho más importante que los concedidos por jurados humanos.
(1) Gracias al recurso de la intertextualidad tan utilizado por mí en Las nubes de algodón, vuelvo aquí aunque de otra manera sobre la novela-testimonio de Alí Gómez García. Dicha novela se puede leer haciendo clic AQUÍ.