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ÓNICES Y MÁRMOLES

 

 

 

Desde esta cumbre renuncio a mis pasados

sabedor como soy del dolor de los perros,

la sangre oculta que mis muebles ocultan

y las mentiras regadas por ónices y mármoles.

Hechiceros de un tiempo convertidos en faunos,

soledades que observan detrás de sus erratas.

Desde este cero rincón renuncio a mis pasados

por haber aprendido que son como la nada.

(De mi poemario Otra punta del iceberg, dedicado a mi padre “…por el recuerdo imperecedero de su ausencia”.)