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Lo que viví cuando quise publicar LA JAULA DE LOS GOCES

 

Cubierta que tendrá en su tercera edición la novela para su libre descarga

 

La publicación por vez primera de la novela fue algo más difícil, aunque yo sabía que era el precio que debería pagar por haber escrito una obra no apta para los grandes circuitos comerciales de la literatura.

Es un texto humanista, aunque a la vez consciente de que el hombre no puede salvarse a sí mismo, razón más que suficiente para que no ganara ningún concurso a los que envié la obra y fuera rechazada por editoriales extranjeras: entonces vivíamos en Cuba una crisis terrible, la de los noventa del siglo veinte, que anuló casi por completo la industria editorial.

Esto de querer publicar lo que se escribe siempre lo he defendido como una necesidad del escritor, más que como un derecho. Si bien el acto de la creación es algo personal, cuando el mismo concluye estamos urgidos de comunicarnos con el lector, de ahí que considere el proceso de escritura incompleto si el texto no llega a convertirse en obra posible de ser evaluada al menos por un lector. Aunque ese lector sea solamente el editor.

El editor es alguien muy importante en esta cadena de la comunicación entre el emisor (escritor) y el receptor (lector). Puede salvar una obra de una gran cantidad de pifias que cometemos los escritores porque de tanto releer nuestra obra la aprendemos de memoria y ya no vemos los defectos ni las estupideces que a veces escribimos.

Gracias a la editora Lina González Madlum La jaula de los goces perdió páginas que le sobraban y que yo no las hubiese descubierto por mí mismo. Fue un largo proceso de trabajo por el correo electrónico que a veces llegó a agotarme, incluso creí que no resistiría las buenas exigencias de la editora que me asignó la Editorial Oriente, obligándome a podar lo innecesario: estuve a punto de retirar la novela de la editorial porque soy un gran impaciente y no veía el momento en que saldría impresa, sin saber que la demora fue para el bien del texto original mío.

Este es el proceso habitual que aproximadamente debe seguir cualquier escritor si desea que su libro no perezca con el tiempo. Entre el proceso de la escritura y el de la publicación llueven muchas lágrimas, más que alegrías. Ahora que se habla a veces de mercado y literatura yo me digo: con ese tipo de literatura que se escribe con las entrañas no hay quien pueda ir al mercado. Pretenderlo sería tan absurdo como procrear hijos con la intención de que trabajen para sostenernos como si fuesen nuestros empleados, o más absurdo aún: conformarnos a que los reycitos sin corona nos encierren en La jaula de los goces.

Como aspecto final acerca de la novela que he venido describiendo, el próximo artículo no será de mi autoría, sino de Frank Castell. En marzo del año 2002 este colega y amigo presentó La jaula de los goces en la Feria del Libro de Las Tunas. Hasta ahora su artículo ha permanecido inédito, por lo que quedará expuesto al criterio público por vez primera.

 

(Próximo artículo: EL GOCE DENTRO DE UNA JAULA, del escritor Frank Castell)